
Enrique Santamaría
Guitarra
Mientras Panamá celebraba su independencia, un 3 de noviembre de 1973 nacía Enrique Santamaría, el guitarrista más guapo del país —y sí, él mismo se encarga de recordarlo. Lo suyo no fue suerte: fue vocación. Desde niño mostró señales claras. Antes de las seis cuerdas, completó un curso de órgano Yamaha con su profesora Yolanda Holguín, pero fue el rock —gracias a los vinilos de sus tíos— el que lo marcó para siempre.
A los 16 años, su vida da un giro: Mario Beccabunco lo recluta como tecladista de emergencia. El tecladista original no apareció. Enrique sí. Y como toda buena historia del rock: fue pagado. Luego se va a Chile a estudiar Ingeniería en Sonido y toca con músicos como Amaru Parra y Felipe Flandes. En 1996, Panamá lo llama de vuelta y regresa a sacudir la escena local.
De vuelta, toca covers con su hermano Erick y su gran amigo Ricardo “Peluca” Isaza (QEPD), hasta que conoce a Marco Linares y a Pitongo. En el 96 se une a Pa’Hood, banda clave de la vida nocturna capitalina, especialmente en el mítico Pavo Real. Luego integra Pescuezipelao’s, donde graba Ritmo Pescui (1998) junto a Vitín Paz, Apache Ness y Papa Chan. Ahí se reencuentra con Beccabunco y Daniel “Gato” Ortega, su actual compañero en The MotherRockers.
Versátil, forma parte de Dialecto, primer proyecto de rock electrónico panameño, y colabora con Priscila Moreno, Dania Vergara, Edwin Benítez y más. En 2007 se une a Post con Horacio Valdés y Nano, grabando Al Borde con Gavin McKillop.
Ha girado por EE.UU., Cuba, Colombia, México, Bélgica, Costa Rica y más, tocando con Tuira, Luna Llena de Tambores, Osvaldo Ayala. En 2019, graba con Rubén Blades en su disco nominado a Grammy,Paraíso Road Gang.
Desde hace más de 20 años mantiene una conexión artística y personal con Ingrid De Ycaza, siendo pieza clave en su evolución musical. Y en The MotherRockers, Enrique ha sido parte del alma de la banda desde mucho antes de que tuviera nombre.
Hoy produce y colabora con el artista venezolano Chebbe. Padre, esposo, ícono. Su guitarra no solo construye melodías: cuenta historias.
